La votación “Matemáticas fuera del examen nacional de admisión a la universidad” y una reflexión sobre las elecciones democráticas

El 25 de octubre de 2013, en la red social china Weibo, se publicó una encuesta titulada “Matemáticas fuera del examen nacional de admisión a la universidad de China”. Esa misma noche, 63,000 personas habían participado. El 70% estaba a favor de eliminar las matemáticas como materia obligatoria. Cuatro días después, el 29 de octubre, People’s Daily Online informó que más de 160,000 personas votaron y el apoyo creció al 75%.
Este episodio parecía un juego, sin intención real del Ministerio de Educación de China. Sin embargo, plantea un problema mayor: cuando la mayoría carece de una base sólida de conocimientos y de un juicio racional, el principio democrático de que “El principio de la mayoría” puede desembocar en resultados absurdos o incluso peligrosos.
En Perú, hasta 45 partidos compiten en elecciones presidenciales. En teoría, esto da muchas opciones a los votantes. Pero en la práctica, muchos desconocen a fondo a los candidatos, sus ideas o planes de gobierno. A veces ni recuerdan sus nombres. Así, la votación puede ser influenciada por campañas emocionales, consignas populistas o manipulación mediática. Lo que parece una decisión mayoritaria es, en realidad, la sumatoria de votos emocionales de una mayoría desinformada. La lógica es similar al caso “Matemáticas fuera del examen nacional de admisión a la universidad”: sin comprender el problema, no hay un voto racional ni responsable.

Este fenómeno no solo ocurre en América Latina. En 2016, el referéndum sobre el Brexit en el Reino Unido mostró que muchos votantes desconocían las implicaciones económicas, políticas y sociales de salir de la Unión Europea. Algunos buscaron información recién después de votar. Cuando falta información y comprensión, la decisión de la mayoría suele basarse en emociones, propaganda o datos erróneos. De modo parecido, en Estados Unidos algunos plebiscitos incluyen textos legales complejos que los electores no entienden ni leen. En estos casos, la decisión mayoritaria puede ser formalmente válida, pero de baja calidad.
“El principio de la mayoría” es vital para la democracia. Pero si se cumple solo formalmente, puede causar lo que Alexis de Tocqueville llamó “la tiranía de la mayoría”. Para evitarlo, la ciudadanía debe tener acceso a información completa y equilibrada. Solo con hechos suficientes es posible tomar decisiones racionales. Los medios, la educación y las plataformas públicas tienen la responsabilidad de facilitar el entendimiento profundo, no solo de alimentar emociones para ganar audiencia.

Un caso que ilustra esto es el proceso constituyente en Chile desde 2020. Las protestas de 2019 impulsaron la demanda de cambiar la Constitución de 1980, heredada del régimen de Pinochet. Tras años de trabajo y recursos, el proyecto de nueva Constitución fue rechazado en referéndum. Un segundo intento también fue rechazado. Hoy, la Constitución de 1980 sigue vigente. Esta experiencia demostró que sin educación cívica sólida, la ciudadanía no evalúa bien los pros y contras de las opciones políticas, ni toma decisiones estables.

En una democracia, no basta con tener una papeleta en la mano. También se necesita la capacidad para entender problemas complejos y emitir juicios independientes. Sin conocimiento y razón, la democracia puede amplificar emociones más que decisiones responsables.
El caso “Matemáticas fuera del examen nacional de admisión a la universidad” parece anecdótico. Pero la realidad que refleja es grave. En cualquier elección o votación, si falta información y racionalidad, la decisión mayoritaria no siempre es la mejor y puede conducir al error. Ya sea en China, Perú, Reino Unido o Chile, el valor real de la democracia está en la calidad del análisis detrás de cada voto. Solo cuando el conocimiento y la información sostienen el juicio ciudadano, “El principio de la mayoría” sirve al interés público y no enmascara decisiones emocionales.