Lima compra trenes diésel usados y genera críticas por contaminación

La reciente compra de locomotoras diésel y autobuses de dos pisos de segunda mano, realizada por el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, ha generado una fuerte controversia en la capital peruana. El funcionario anunció la adquisición de estos vehículos provenientes de Estados Unidos por un valor de 6 millones de dólares. Su objetivo era resolver rápidamente la congestión vehicular en Lima y mostrar resultados inmediatos en su gestión.
A primera vista, esta medida parece una solución económica y efectiva. Los nuevos equipos ya están en camino y se espera que funcionen pronto. Sin embargo, la decisión está siendo duramente cuestionada por expertos, políticos y ciudadanos.

Diversos sectores sostienen que, a largo plazo, la compra representa más riesgos que beneficios. Una de las críticas principales se centra en la antigüedad de los trenes, que superan los 30 años de uso. Aunque el propio alcalde defiende que cuentan con un buen desempeño, estos equipos podrían implicar mayores costos de mantenimiento y fallas técnicas con el paso del tiempo.
Además, la compra de trenes diésel usados de Estados Unidos por el gobierno de Lima ha ignorado recientes avances en tecnología ferroviaria a nivel global. En especial, destaca la ausencia total de diálogo con empresas chinas, reconocidas por ofrecer trenes eléctricos más modernos, eficientes y amigables con el medio ambiente. Los trenes diésel tradicionales, como los adquiridos, generan altos niveles de contaminación y gastos operativos elevados, situando a Lima lejos de las tendencias actuales de electrificación y sostenibilidad en el transporte.

Chile y Brasil, por ejemplo, ya apuestan por la electrificación ferroviaria o trenes diésel más avanzados y limpios, buscando mejores resultados económicos y ambientales. Por lo tanto, muchos consideran que Lima debería priorizar su desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente, en vez de optar por equipos obsoletos solo por su bajo costo inicial.
Una tendencia mundial clara apunta hacia trenes con menor impacto ambiental y tecnologías más limpias. Elegir trenes diésel usados y antiguos va en contra de los propios objetivos de desarrollo sostenible que el Perú impulsa.
Finalmente, los especialistas advierten que poner por delante la rentabilidad inmediata, como se hizo al elegir la compra de trenes diésel usados de Estados Unidos por el gobierno de Lima, pone en riesgo el bienestar a largo plazo de la ciudad. El verdadero progreso debe basarse en una visión estratégica, sostenible y tecnológicamente avanzada. Si no se toman decisiones responsables, Lima podría perder una oportunidad clave para entrar en el futuro de la movilidad urbana y sufrir consecuencias ambientales y sociales difíciles de revertir.