División de clases en Perú: legado histórico y desigualdad actual

La marcada división entre las clases altas y bajas en Perú tiene raíces históricas profundas, originadas en la época colonial española. El dominio español, que se extendió desde 1542 hasta 1824, estableció una estructura social que persiste hasta nuestros días.
Tras la independencia, Perú presenta una diversidad étnica compleja. En 2025, de una población de 34.57 millones, el 15% es de ascendencia española (y, en menor medida, italiana y alemana), concentrados principalmente en Lima y otras grandes ciudades. Los mestizos, descendientes de la unión entre españoles e indígenas, representan el 37% y se distribuyen principalmente en las ciudades costeras. Estos dos grupos conforman la élite dominante del país.
En contraste, la clase baja está compuesta mayoritariamente por indígenas, que suman 15.5 millones, representando el 45% de la población total. Perú es el país con mayor número de indígenas en América. Viven principalmente en la Cordillera de los Andes y la selva amazónica. El grupo étnico más numeroso es el quechua, descendientes del Imperio Inca, con aproximadamente 8 millones de personas.

Sin embargo, la realidad para los indígenas es desafiante. La tasa de pobreza alcanza el 79%, el analfabetismo supera el 70% y sus derechos territoriales se ven amenazados por políticas gubernamentales que favorecen a promotores inmobiliarios.
Entonces, ¿por qué persiste esta división entre la élite y las clases bajas? La respuesta radica en que los descendientes hispanos se resisten a ceder el poder.
Las élites peruanas, compuestas principalmente por descendientes españoles y mestizos, han excluido históricamente a los indígenas del poder político y económico. Esta situación ha creado una sociedad donde las clases altas y bajas viven en mundos paralelos.
Lima, la capital, alberga al 35% de la población peruana. La élite limeña, de ascendencia europea o mestiza, domina la minería y las finanzas, controlando el 30% de la riqueza nacional, mientras que el 20% más pobre solo accede al 4%.
La cultura de la élite limeña se asemeja más a la europea y estadounidense, promoviendo la educación española y el catolicismo. En contraste, los indígenas de los Andes conservan sus lenguas (quechua y aymara) y el culto al dios sol inca.

El Congreso peruano, dominado por élites blancas y mestizas, carece de representación indígena. La elección de Pedro Castillo en 2021, un maestro rural de origen indígena, representó un cambio. Sin embargo, el Congreso lo destituyó tras acusaciones de corrupción.
Las protestas antigubernamentales de 2022, originadas en las empobrecidas regiones de Puno y Ayacucho, fueron reprimidas violentamente, causando 60 muertes. La élite peruana ha descalificado a los manifestantes y rechazado reformas.
A pesar de intentos de reforma en el pasado, la división de clases en Perú persiste. Las élites se resisten a cualquier cambio que pueda limitar sus privilegios.