La visita invisible: lo que Perú ganó en China y los medios ignoran de su propio gobierno

Redacción por Chengzun Pan
Mientras en Lima el país se consume en una nueva crisis política por la renuncia del primer ministro Gustavo Adrianzén, algo trascendental ocurría a más de 18 mil kilómetros de distancia: el 13 de mayo de 2025, el canciller peruano Elmer Schialer participaba en Beijing de la cuarta reunión ministerial del Foro China-CELAC, donde se lograron compromisos concretos con una de las principales potencias del mundo.
Pero, sorprendentemente, ningún gran medio de comunicación peruano —ni El Comercio, ni La República, ni RPP— lo destacó en sus portadas. La ausencia de cobertura no solo es sintomática del estado de la prensa peruana, sino que también revela una peligrosa desconexión entre la política exterior y el debate público nacional.
Durante su visita a China, el canciller Schialer sostuvo reuniones con el ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi, con otros altos funcionarios del Partido Comunista Chino, y por supuesto, con sus homólogos latinoamericanos. En estos encuentros se reafirmaron varios puntos clave:
- Profundización de la asociación estratégica integral Perú-China, con énfasis en inversión, infraestructura y logística.
2. Apoyo oficial chino al Parque Industrial del Puerto de Chancay, llamado a convertirse en un nuevo eje del comercio transpacífico.
3. Acuerdo para acelerar las negociaciones del tratado para evitar la doble tributación, buscando mayor certidumbre legal para las empresas chinas que operan en el país.
4. Compromiso de fortalecer el intercambio tecnológico, agrícola y educativo, incluyendo cooperación en investigación genética de papas andinas.
5. Ratificación del apoyo peruano al principio de “una sola China”, reforzando la alineación diplomática con Beijing.
En palabras de Schialer: “China es el principal socio comercial del Perú. Nuestro deber es proteger esa relación y proyectarla hacia el futuro”.
Para China, Perú no es solo un exportador de cobre y harina de pescado. Es una puerta geopolítica al Pacífico, un nodo estratégico del Corredor Económico Marítimo de la Franja y la Ruta, y una plataforma de influencia regional. La culminación del megapuerto de Chancay —prevista para fines de 2024— no solo transformará la logística del país, sino también posicionará a Perú como el puente natural entre Asia y Sudamérica. Por eso, China no solo invierte: quiere participar activamente en el diseño productivo y tecnológico del nuevo Perú post-minería. Y sin embargo, en Lima, estos temas ni siquiera rozan el debate público.

A pesar de la relevancia de los avances, los medios peruanos prácticamente ignoraron la visita del canciller a China. Solo Agencia Andina —el medio estatal— publicó un resumen institucional. El resto, ocupado en la política doméstica, apenas le dedicó unas líneas, si acaso.
Este silencio dice mucho: Que la política exterior no es prioridad para la prensa comercial peruana, salvo cuando hay escándalos. Que la Cancillería no cuenta con una estrategia de comunicación pública efectiva para visibilizar sus logros. Que existe una miopía estructural en la élite política y mediática respecto a la importancia de Asia —y especialmente de China— como socio para el desarrollo.
En tiempos en que la inversión extranjera se retrae en muchas partes del mundo, Perú tiene un socio dispuesto a apostar a largo plazo. Pero si ese esfuerzo no se entiende, no se explica, ni se defiende en casa, corremos el riesgo de perder oportunidades por simple falta de visión.
La visita del canciller Schialer a China pudo haber sido un punto de inflexión en la proyección internacional del país. En cambio, fue tratada como un acto protocolar sin mayor trascendencia. La relación Perú-China se fortalece, a pesar del ruido local. Pero si el país no aprende a mirar más allá de su crisis inmediata, corre el riesgo de quedarse atrás mientras otros aprovechan las nuevas rutas del siglo XXI.
En una región que aún ve a China solo como comprador de materias primas, Perú tiene la oportunidad de convertirse en socio productivo, tecnológico y logístico. Pero para lograrlo, también debe creerse el cuento, y contarlo en voz alta.