América Latina y Asia, un futuro compartido

 América Latina y Asia, un futuro compartido

Desde una perspectiva económica y comercial, América Latina y el Asia constituyen dos regiones con economías diversificadas y esquemas complementarios. Sus fortalezas les ha permitido participar de la dinámica y de los beneficios de la globalización, no obstante los cambios negativos experimentados en las relaciones económicas internacionales de los últimos años, luego del resurgimiento el unilateralismo y del proteccionismo. Los desequilibrios causados por estos signos de una desglobalización han reducido de manera proporcional en cada caso las expectativas de crecimiento de sus capacidades productivas.

En este contexto, al igual que en la crisis financiera del 2008, las economías emergentes de ambas regiones están buscando de superar este complejo panorama mediante la adopción de reformas estructurales que buscan reforzar sus respectivos sectores financieros y mejorar sus capacidades productivas. A ello se suman iniciativas en torno a políticas de transformación digital y desarrollo social, dirigidas a modernizar sus estructuras y elevar el nivel de calificación de su población.

Mas aun, ciertos países asiáticos han devenido en centros financieros, tecnológicos y comerciales globales, cuyo dinamismo les ha permitido superar la característica de economía de la periferia, para asumir el rol de vector. Su presencia, ya sea de manera individual o grupal, como es el caso de los BRICS o el Foro de Cooperación de Shanghái, es cada vez mas evidente en materia de financiamiento internacional o de reactivación productiva, con alcances que can mas allá de sus respectivas estructuras económicas. Hoy en día, parte importante de los prestamos e inversiones en las economías desarrolladas, además de los países en desarrollo, son provenientes de dichas economías emergentes, en particular China, India, Singapur, Vietnam, Malasia, además de las fuentes tradicionales como Japón y Corea. Igualmente, en lo que se refiere a la creación de la innovación y la inteligencia artificial, cuyos laboratorios mas avanzados se encuentran en Asia.

La mayoría de los países de Asia y América Latina representan economías emergentes que comparten intereses y objetivos. Por ello se registran inversiones de ambos lados tanto en procesos extractivos como de industrialización, en servicios, en infraestructura, en agroindustria, cuyas dimensiones configuran oportunidades den negocios y de acceso a los mercados.

A partir de ello, ambas regiones buscan de explorar nuevas vías de relacionamiento libres de los condicionamientos que conllevan los vínculos con las grandes potencias. En términos macroeconómicos ambas regiones representan mas del 50% de la población mundial, el 55% del comercio global y el 48% del producto bruto mundial.

Las posibilidades que muestran las relaciones de Asia con América Latina deberían dar lugar al surgimiento de proyectos vinculantes o alianzas estratégicas entre sus respectivos sectores, por medio de Consejos Empresariales Binacionales. Una voluntad en este sentido permitiría el diseño de una agenda regional que comprenda y promueva mecanismos de consultas y negociación, con particular énfasis en la participación de las pequeñas y medianas empresas, en áreas de comercio, financiamiento y transferencia de tecnología. Ello, además, facilitaría la identificación socios estratégicos para el establecimiento de cadenas de calidad productiva, incluido el esquema de «la economía del centro» planteado por el Vice Ministro de Comercio e Inversiones de Malasia Liew, intercambio de experiencias, desarrollo de la innovación, inversiones conjuntas, entre otras iniciativas.

La Presidencia de China en el APEC durante el 2026, constituye una oportunidad para acercar ambas regiones por medio de foros vinculantes que involucran una participación publico privada. La inversión de China en proyectos de infraestructura portuaria como Chancay, los proyectos de transferencia de tecnología promovidos por Corea y Japón, la Iniciativa de Una Franja Una Ruta, permitirán integrar ambas regiones con miras a un esquema de complementariedad e interdependencia. Una asociación estratégica regional permitiría integrar las economías alrededor de proyectos comunes. Una visión de futuro nos debería permitir sentar las bases para la construcción de un futuro con beneficio compartido.

Juan Carlos Capuñay Chavez

Juan Carlos Capuñay Chavez

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