La historia del abuelo y el nieto con el burro y la situación política actual del Perú

Por Chengzun Pan
En China existe un cuento muy conocido:
Un anciano salió con su nieto y un burro para ir a una feria del pueblo.
Al principio, el abuelo montaba en el burro mientras el nieto caminaba al lado.
Al verlos, algunas personas comentaron que el anciano era muy egoísta.
El abuelo, al oírlo, bajó enseguida del burro y dejó que el nieto subiera.
Después de caminar un tramo, otros dijeron:
“¡Qué maleducado este niño! ¿Cómo puede dejar que su abuelo camine mientras él va montado?”
El nieto, avergonzado, pidió al abuelo que subiera también al burro.
Pero pronto aparecieron nuevas críticas:
“¡Qué crueldad! Ese pobre animal no puede soportar el peso de los dos.”
Así que el abuelo y el nieto bajaron y comenzaron a llevar al burro de la cuerda.
Entonces la gente volvió a reírse de ellos:
“¡Qué tontos! ¡Tienen un burro y no lo montan!”
En la vida, hagas lo que hagas, nunca faltarán quienes te critiquen. Algunos lo harán con mala intención, otros con buena, pero la mayoría lo hace simplemente por hablar, porque tu vida no les afecta en absoluto.Criticarte no los eleva, pero al menos les da tema de conversación.

Hoy, el presidente del Perú se parece mucho a ese hombre que montaba el burro. Cuando forma su gabinete, algunos dicen que está sometido a otros partidos, que es un títere. Otros afirman que entre sus ministros hay socialistas, y que eso significa que podría seguir una línea de izquierda radical.
Cuando intenta combatir la delincuencia, surgen voces que lo acusan de violar los derechos humanos.
Aún peor, provocan enfrentamientos con la policía, convierten una protesta pacífica en una violenta,
y cuando los agentes se ven obligados a responder, toda la responsabilidad de los muertos y heridos recae sobre el presidente.
Unos lo llaman “asesino”, otros lo llaman “incapaz”. En resumen, haga lo que haga, siempre estará mal.
Ahora el Congreso está reuniendo firmas para destituir al presidente. Y yo me pregunto: ¿acaso a los peruanos les gusta tanto el conflicto?

Cuando Dina Boluarte asumió la presidencia tras el fracaso del golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, según la ley peruana, le correspondía ser presidenta como primera vicepresidenta.
Pero no pasó ni un mes antes de que tuviera que enfrentar una moción de vacancia presentada por algunos congresistas.
En abril de 2024, tres mociones fueron rechazadas por falta de votos. En mayo de 2025 se presentó otra, que también fue desestimada. Lo razonable habría sido dejarla terminar su mandato y convocar elecciones. Al fin y al cabo, cambiar de presidente a pocos meses de un nuevo proceso electoral no puede generar grandes cambios positivos para un país, y reemplazar tanto al presidente como a los ministros solo paraliza el funcionamiento del Estado.
Sin embargo, a diferencia de la debilidad que el sistema político peruano muestra ante el crimen y las amenazas externas, en los conflictos internos sus actores nunca se muestran débiles.

El 10 de octubre, cuando a Dina Boluarte le quedaban solo nueve meses de mandato, fue destituida casi por unanimidad. En ese momento, el presidente del Congreso, José Jerí, juró como presidente de la República conforme a la Constitución.
No había nada irregular en ello, pero ahora el Congreso vuelve a las andadas, planeando destituir al nuevo presidente que lleva menos de una semana en el cargo.
Alguien me preguntó una vez:
“¿Por qué China ha podido desarrollarse tan rápidamente?”
Yo respondí:
“Porque en nuestra conciencia nacional, ningún interés personal es más importante que el interés del grupo, y comparado con el interés del país,el interés del grupo no vale nada.”

El Congreso peruano tiene más de una decena de partidos. Si cada persona o cada grupo político pone sus propios intereses por encima de los del país, la nación inevitablemente se convertirá en un montón de arena suelta. Cuando la política se transforma en una serie de espectáculos personales, la capacidad ejecutiva del Estado se debilita por completo. Cambiar de presidente una y otra vez no servirá de nada.
No sé si José Jerí tendrá la voluntad suficiente para cumplir su promesa de luchar contra la delincuencia. Tampoco sé qué pesa más en el Perú: la Constitución o el interés nacional.
Pero de algo estoy seguro: un verdadero líder debe poseer el espíritu de sacrificio expresado en la frase
“Si yo no bajo al infierno, ¿quién lo hará?”.
De lo contrario, se perderá entre el ruido y las críticas, acabará sin rumbo entre opiniones contradictorias, y terminará perdiendo la esencia misma de lo que significa ser un líder.