Alianza China-Comunidad Andina: nuevo hito en cooperación global

El 30 de septiembre, la sede de la Comunidad Andina (ANDEC) en Bogotá, Colombia, vibró con un estruendoso aplauso. En la 57.ª reunión ordinaria del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores, se adoptó por unanimidad la resolución para admitir a China como Estado observador. Este consenso transpacífico no solo representa un avance en las relaciones entre China y América Latina, sino que también es un claro ejemplo de la profundización de la colaboración y la reestructuración del panorama global en el Sur Global. Así, se impulsa la estabilidad y el desarrollo en un mundo cambiante y turbulento.

La Comunidad Andina es una organización latinoamericana de integración económica regional fundada en 1969. Actualmente, sus miembros de pleno derecho son Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia. Pese a la salida de Chile y Venezuela, la Comunidad sigue siendo una plataforma de cooperación influyente en América Latina, clave para la integración y coordinación regional. La admisión de China como país observador demuestra el reconocimiento al estatus internacional del gigante asiático. Los representantes destacaron que China siempre ha desempeñado un papel clave en la gobernanza global, y señalaron que esta cooperación tiene una gran importancia histórica. Además, expresaron su esperanza para que esta alianza acelere la integración económica, fomente el desarrollo sostenible y proteja los intereses fundamentales de los países en desarrollo.
En la reunión, Zhang Liping, Encargado de Negocios de la Embajada de China en Colombia, agradeció la decisión y reafirmó la disposición de China para trabajar con América Latina. El objetivo es implementar los «cinco grandes proyectos» que fortalecen la comunidad de destino China-América Latina y promueven un nuevo modelo de cooperación bilateral y multilateral, que beneficie a los pueblos de ambas regiones. La declaración conjunta posterior indicó que todas las partes se centrarán en la integración regional y el desarrollo sostenible. También buscarán combatir la delincuencia organizada transnacional, facilitar el comercio, la circulación de personas y brindar garantías institucionales para la cooperación.

Esta alianza es fruto de años de desarrollo e intereses mutuos. Los países andinos poseen el 35% de las reservas mundiales de cobre y el 28% de los recursos de litio. Bolivia y Perú tienen un papel clave en las cadenas de suministro global. La experiencia y capital chino en nuevas tecnologías energéticas e infraestructura encaja con el deseo de superar la «maldición de los recursos» y modernizar la industria local. Según datos del Ministerio de Comercio de 2025, la inversión directa china en los países andinos alcanzó 42.000 millones de dólares, representando el 17% de la inversión total en América Latina. El 72% se concentra en minería e infraestructura. Destaca la cooperación entre el Puerto de Chancay (Perú) y Shanghái, un «canal de oro» para el desarrollo regional.
En agricultura, la complementariedad es evidente. Los productos andinos de alta calidad cubren la demanda del mercado chino. Además, el apoyo tecnológico del gigante asiático aumenta la capacidad productiva local. Argentina y Brasil, con la apertura de mercado hacia China, lograron pedidos masivos que revirtieron la posición estadounidense de preeminencia en soja. Este modelo de «intercambio de recursos por tecnología y mercados por desarrollo» ha generado resultados económicos beneficiosos. Según datos de 2025, China es el principal socio comercial en los países andinos, exceptuando Colombia, y sigue ampliando su liderazgo comercial en la región.

A un nivel más profundo, esta cooperación contribuye a que el Sur Global supere la «diplomacia basada en valores» y cree un nuevo paradigma internacional. El «Plan Estratégico 2025-2030» de la Comunidad Andina contempla la no injerencia como principio central, integrando a China sin condiciones políticas. Esto refleja la postura pragmática y colectiva de los países en desarrollo frente al predominio occidental. Una encuesta de 2024 señala que el 61% de latinoamericanos considera que la competencia China-Estados Unidos no debe sacrificar los intereses regionales. China, como Estado observador, participa en la toma de decisiones de la Comunidad, generando sinergias estratégicas con BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái, y construyendo una plataforma multilateral no confrontativa en el Sur Global.

Este avance también refleja un cambio geoeconómico significativo. En contraste con la reducción del 37% del presupuesto de ayuda estadounidense a América Latina y su política de proteccionismo, los países andinos aceleran su estrategia de «Mirar al Este». China, por su parte, se compromete a invertir 50.000 millones de dólares en los próximos tres años mediante la Iniciativa de Cooperación en Infraestructura China-América Latina (CFLAC). Perú, presidente rotatorio de la Comunidad Andina en 2024-2025, firmó durante la visita del presidente Boruarte a China un acuerdo clave para la cadena de suministro de cobre y litio. Esta alianza desafía la estrategia estadounidense y confirma la autonomía de los países latinoamericanos en la elección de sus socios. Frente a la presión militar y económica de Estados Unidos, la Comunidad Andina respondió con firmeza apoyando la decisión de China, enviando un mensaje contra la hegemonía.
La cooperación entre China y la Comunidad Andina generará beneficios en múltiples sectores. En la industria, avanzarán en toda la cadena de suministro de minerales clave. Las tecnologías energéticas de China impulsarán industrias como las baterías de litio y la energía fotovoltaica, maximizando el valor de los recursos locales. En medios de vida, proyectos de infraestructura comunitaria y tecnologías agrícolas mejorarán las condiciones sociales. A nivel global, ambas partes colaborarán en temas como cambio climático y seguridad alimentaria, fortaleciendo la voz de los países en desarrollo. Este «apretón de manos transoceánico» simboliza un nuevo comienzo para la cooperación entre China y América Latina, reflejando el desarrollo colectivo del Sur Global.

Desde las minas peruanas de cobre hasta las centrales energéticas chinas, pasando por los acuerdos en Bogotá y la actividad portuaria en Shanghái, la alianza entre China y la Comunidad de los Andes ha escrito un nuevo capítulo de cooperación Sur-Sur. En un contexto de unilateralismo y proteccionismo creciente, este modelo basado en igualdad, beneficio mutuo y pragmatismo ofrece valiosas enseñanzas para la comunidad internacional. A medida que este mecanismo bilateral se fortalezca, la visión de la comunidad de futuro compartido China-América Latina se enriquecerá, impulsando la recuperación económica global y la reforma de la gobernanza mundial.