La agricultura peruana ante una oportunidad de despegue: ¿cómo puede China convertirse en un socio clave?

 La agricultura peruana ante una oportunidad de despegue: ¿cómo puede China convertirse en un socio clave?

Por Chengzun Pan

En 2024, las agroexportaciones peruanas alcanzaron un récord histórico de 12.784 millones de dólares, con un crecimiento interanual superior al 22%, consolidando a Perú como un proveedor emergente clave de alimentos a nivel global. Productos como los arándanos, uvas, paltas y cacao han tenido incrementos notables, y los productos no tradicionales ya dominan la canasta exportadora. Frente a un panorama mixto de desafíos y oportunidades, tanto el gobierno peruano como el sector privado y los socios internacionales están explorando nuevas vías para modernizar el agro y diversificar mercados. En este proceso, China podría convertirse en un aliado estratégico fundamental.

Perú es conocido por ser el país con la mayor diversidad de microclimas en el mundo, con más de 80 sistemas únicos distribuidos a lo largo de su territorio, desde la costa hasta la sierra y la selva. Esta variedad climática otorga una adaptabilidad agrícola excepcional, permitiendo el cultivo simultáneo de productos tropicales, andinos, de zonas áridas y amazónicas. Productos de alto valor como arándanos, mangos, uvas, espárragos, maca, cacao y café se desarrollan precisamente bajo estas condiciones privilegiadas. Esta diversidad también le da a Perú ventajas estacionales y ecológicas difíciles de replicar en otros países.

En el oriente del país, la región amazónica representa otra línea de desarrollo con gran potencial. En un contexto global en el que crece el interés por terapias naturales, suplementos herbales y productos saludables, Perú empieza a perfilarse como un proveedor emergente de insumos botánicos medicinales. Plantas autóctonas como el camu camu (la fruta con mayor concentración de vitamina C del mundo), la uña de gato, la maca o el maíz morado no solo poseen propiedades funcionales destacadas, sino que además están adaptadas al ecosistema local y podrían escalarse a gran escala. Si se introduce la estandarización de cultivo, procesamiento y certificación con apoyo chino, esta zona podría convertirse en una auténtica “fábrica natural” de fito-medicina para el mundo.

No obstante, liberar ese potencial agrícola requiere superar varios cuellos de botella estructurales. Hoy en día, la infraestructura agrícola sigue siendo deficiente, con escasa cobertura de cadena de frío y sistemas de riego aún insuficientes. Más del 35% de las exportaciones agroalimentarias dependen del mercado estadounidense, y el reciente anuncio de un arancel del 10% por parte de EE. UU. a los productos peruanos genera vulnerabilidad en la estrategia comercial actual. Además, gran parte de los pequeños agricultores aún no se han incorporado a la agricultura moderna: carecen de tecnología, acceso a crédito y conocimientos para integrarse a cadenas de valor eficientes. La apertura a nuevos mercados en Asia o Medio Oriente también sigue en una fase incipiente, sin una estrategia clara ni sostenida.

En este contexto, la participación de China cobra aún más relevancia. Como el mayor mercado emergente del mundo y con una vasta experiencia en tecnología agrícola e infraestructura rural, China está en condiciones de ofrecer un apoyo decisivo al proceso de modernización agropecuaria del Perú.

En términos técnicos, China ha desarrollado soluciones integrales en riego por goteo, agricultura inteligente, control climático en invernaderos y diagnóstico digital de plagas. Establecer proyectos piloto en distintas zonas agroecológicas del Perú ayudaría a difundir tecnologías de bajo costo y alta adaptabilidad, permitiendo a los pequeños productores mejorar productividad y eficiencia. En el caso de la Amazonía y las plantas medicinales, China podría aportar conocimientos en cultivo estandarizado, procesamiento primario y certificación de exportación, impulsando una cadena binacional de valor en productos naturales y de bienestar.

Más allá de lo tecnológico, también existe amplio espacio para la inversión. Actualmente, el gobierno peruano tiene planeados 24 proyectos de irrigación, además de parques agroindustriales y centros logísticos de frío. China podría participar en su ejecución a través de cooperación bilateral o esquemas tipo “la Franja y la Ruta”. El desarrollo de corredores logísticos que conecten el puerto de Chancay con las regiones andinas y amazónicas permitiría articular producción, procesamiento y exportación en un solo eje eficiente.

En el plano comercial, también se abre una nueva ventana de oportunidad. A medida que la clase media china aumenta su demanda de alimentos saludables y funcionales, Perú está en condiciones de ofrecer productos que responden a esa tendencia. Pitahaya, limón, kion/jengibre, maca, maíz morado, nuez de Ica y otros productos podrían ganar terreno si se logra facilitar su ingreso, realizar campañas de promoción como “Superfoods Perú en China” y posicionarlos a través de plataformas como JD, Tmall o Pinduoduo.

En definitiva, la agricultura peruana está ante un punto de inflexión. Tiene a su favor ventajas naturales irrepetibles, pero también enfrenta desafíos de fondo que requieren inversión, tecnología y diversificación de mercados. En este camino, la colaboración de China y Perú no solo es lógica, sino también urgente. Más allá de comprar y vender productos, es momento de construir una cadena verde, eficiente y sostenible que una los Andes, la Amazonía y las mesas del mundo. Y en esa transformación, China no solo puede ser socio: puede ser coautor de una nueva historia agrícola compartida.

Chengzun Pan

Chengzun Pan

Noticas Relacionadas

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *