Ritual ancestral del té: tradición y amistad en casa histórica

En una antigua casa de té, el humo y el fuego parpadean como volutas que cuentan historias de antaño. Una mujer vestida de rojo sostiene una cesta de bambú con hojas frescas de té, símbolo de la frescura y vitalidad de las montañas. Su vestido naranja y su cabello recogido reflejan la dulzura y concentración con la que prepara esta bebida ancestral.
Las yemas de sus dedos tocan suavemente las hojas, como si dialogaran con los elfos de la naturaleza. No hacen falta palabras; su conexión se expresa en la mirada. En medio del bullicio del mundo moderno, mantienen viva la práctica del té y también una sedimentación de amistad, siguiendo la antigua tradición de preparar el té recién recogido antes de freírlo.
En la estufa, la olla de hierro brilla con luz profunda. La leña crepita y aporta calor al proceso. Afuera, la luz del sol atraviesa las celosías, proyectando sombras delicadas. La fragancia del té se mezcla con el vapor, envolviendo el ambiente y tiñendo de calma este espacio atemporal.
Esta práctica es más que la preparación de una bebida. Es un acto que custodia la sencillez y la tranquilidad. En un mundo acelerado, la práctica del té y también una sedimentación de amistad permite que el tiempo fluya lentamente y que los años transcurran en paz.